N.A.S.A.L.

Enrique Garcia Swallowing the Sun

julio 11, 2024
Jose Oliveira
vitrual-icon
artsy-icon

Enrique Garcia

Swallowing the Sun




Durante un breve periodo a mediados del siglo XX, la industria manufacturera utilizó cintas transportadoras con bandas de Möbius. Al retorcerse, ambos lados de la cinta se desgastaban por igual, prolongando su uso, en comparación con las bandas tradicionales. Plásticos más duraderos eventualmente remplazaron esta innovación pero este objeto–el bucle infinito, la membrana que es interior y exterior a la vez–impregna la vida contemporánea: la producción aparentemente interminable de signos y "experiencias", donde los productos ya no son solo objetos, sino también ideas e imágenes. El pasado y el presente circulan simultáneamente, la cinta transportadora de Möbius reaparece en el “scroll” infinito de nuestras pantallas táctiles.

"Swallowing the Sun", de Enrique García, presenta seis obras que, a primer vistazo, aparecen decididamente análogas: Fotos provenientes de colecciones de bibliotecas de Nueva York y México, así como de diversas revistas, recortadas con nitidez y complementadas con acero, aluminio, madera y plástico corrugado. Las imágenes representan una gran diversidad de objetos incluyendo autopistas, relojes, editoriales ferroviarias, artefactos mesoamericanos, microprocesadores, y la corona solar.

Las obras de García son a la vez futuristas y desaceleradoras. Utiliza fotos apropiadas que hacen referencia tanto de un sublime hipercontemporáneo, (rascacielos Emiratí coronando las nubes) como del sublime originario de la pintura clásica (el horizonte desplegado de una frontera por conquistar en "Límite Poniente"), pero texturizadas, transformadas y unidas por capas de plástico corrugado.

Recontextualizada, la foto de un sistema de poleas en "Erosión Doble" recuerda a obras minimalistas. La imagen esta montada sobre impresiones de neumáticos tan frontales y grandes que sus bandas de rodadura se convierten en poco más que un patrón abstracto; Sin embargo, esta abstracción difiere tanto del fetiche de anuncios de publicidad como del fetiche del futurismo histórico-artístico en cuanto que su estetización parece casi circunstancial. Estas imágenes fueron elegidas por García, no creadas. Al ser reunidas sobre composiciones de metal y plástico, las rimas estéticas y conceptuales de estos productos, maquinaria o paisajes dispares resuenan con mayor claridad: las curvas escultóricas de metal en "The End of Measure" resuenan con los cronómetros abiertos y cerrados, cuales, aunque muestren dispersión en lugar de circularidad, juegan los mismos juegos visuales que las autopistas mostradas tanto a la altura de los ojos como desde arriba. La unión de estas fotografías revela una ideología coherente que, irónicamente, trata de llenar vacíos imaginarios (espacio, tiempo, tierra colonizada) con objetos invisibilizados–o, al menos, naturalizados–e ideas como infraestructura, logística o libertad.

Dos serpientes se entrelazan en "Machinic Drift" de tal manera que se vuelven casi indistinguibles. Esta confusion visual se acentúa por rodillos metálicos de una banda transportadora que las atraviesa. La disposición ordenada de estos tubos pulidos a la vez continúa y rompe las formas de las serpientes. ¿Es acaso el serpentino el modo dominante del presente? Desde la sinuosidad paramétrica de la arquitectura contemporánea o las máquinas de guerra modernas hasta las esquinas redondeadas de nuestros dispositivos electrónicos, la curva a conquistado el pasado anticuado de geometrías rígidas, eludiendo los bordes en nombre de la continuidad: el consumo y la producción sin límites, la posesión y la expropiación sin fin.

El sistema semiocapitalista contemporáneo pretende abolir el tiempo mediante la promesa del futuro–una paradoja resplandeciente. Al hacerlo, suprime su historia de seguir la línea del horizonte hacia las longitudes del "Nuevo Mundo" hasta las líneas de ferrocarril, las cuales se convirtieron en la espina dorsal de las autopistas y luego de las infraestructuras de Internet que corren aún a su lado. Pero nada es interminable; nada carece de orígenes. El ouroboros–la serpiente que se come a sí misma–históricamente representa el ciclo de la vida y la muerte, pero en ello podemos ver una cierta ingenuidad, un error de categoría: el no saber qué es qué, digerir el yo hasta que no quede nada. La serpiente muda de piel por última vez. La cinta transportadora cede. La fábrica cierra. El último lago conquistado se seca. Sin embargo, parece que todo continúa, más rápido aún.



Drew Zeiba