N.A.S.A.L.

ONDA

Fisurar un objeto cerrado y abrir el cuerpo de un árbol: Miguel Cinta Robles en N.A.S.A.L.

De la corteza del jonote —un árbol conocido como majé en chinanteco— se extrae una fibra que en esa comunidad se usaba para tejer bolsas y cargar las cosechas de maíz y calabaza. Esas bolsas han sido reemplazadas por las de plástico. Eligio Felipe Juan es de las pocas personas que aún sabe cómo extraer su fibra y usarla para los tejidos. Miguel Cinta Robles se acercó a él y a su familia —quienes viven en Cerro Mirador— para aprender el procedimiento.

Cerro Mirador es una localidad que está a 15 kilómetros del municipio San Juan Bautista Valle Nacional, a 190 del centro de Oaxaca, donde nació Miguel, y a 180 de Tlalixtac, donde comparte Terreno familiar, un proyecto en el que él y su familia llevan a cabo prácticas agrícolas y hacen reuniones y talleres.

La primera pregunta que me surgió en la galería fue: ¿cómo lidiar con la sospecha del extractivismo en el arte contemporáneo? Esta preocupación la comparte Miguel, quien aborda ampliamente esta duda en su diario de viaje¹, en el que plantea la analogía problemática con los diarios que solían usarse por conquistadores al llegar a un territorio desconocido.

Al entrar me encuentro con cosas que parecen ser de un explorador: una bolsa tejida, mesas muy bajas con bitácoras, dibujos, figuras de madera, telas teñidas, semillas, ramas.

En el diario, enuncia ser un desconocido para la comunidad y es un tema sobre el que vuelve varias veces. Me parece cuidadoso responsabilizarse de la propia mirada y —aunque la estructura jerárquica de lo que implica ser un artista y ser de la capital del estado esté siempre ejerciéndose— Miguel prioriza lo experiencial y su quehacer artístico como multiplicidad de prácticas y no como una línea recta que va del proyecto escrito al objeto. Podemos intentar rodear, enredar, complejizar y deshebrar esa línea.

¿Dar forma a algo con fines artísticos es distinto a dar forma a algo con fines utilitarios? Por muchas razones y relaciones que van de lo poético a lo económico, sí. Pero esta muestra plantea un estrecho vínculo entre las prácticas cotidianas –como beber una taza de té–, la labor de trabajar la tierra y lo que consideramos prácticas artísticas, con todas las problemáticas que esto implica.

Lo vivo se mueve y se transforma, una interacción es algo vivo que genera una ética. En la porosidad del cuerpx es que podemos metabolizarlo y narrarlo o volverlo material. Los objetos acá presentados son como vestigios de estos encuentros.

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