Fuente: Artishock
Por Natalia de la Rosa | Curadora
Una atmósfera humeante, completamente densa, nos recibe. La experiencia es contrastante. Quienes han estado ahí, sienten un espacio confortable y atractivo; si apenas se llega, será difícil no fruncir el ceño ante un extraño hedor, combinación de múltiples acciones que se llevaron a cabo ahí mismo apenas unas horas antes. Una estructura circular representa un pasaje de tránsito a un paralelo intermedio, entre el todo y la nada. También puede visualizarse como una ruina que contiene los restos de una infinita velada, donde danzó una multitud desbordante y existió un contoneo colectivo. Como contraparte, la ausencia y el vacío revelan otro momento: un paraje hacia un fin que busca alargarse, ya que, si concluye la noche y se sobrepasa el alba, se asegura el arribo hacia un abismo.
Una serie de vestigios funcionan como huellas de los diversos sucesos acontecidos en este contexto. Objetos animistas contienen residuos de alcohol; rótulos empanizados; una estrella entremezclada con una máquina de humo; una serie de flores revestidas de un extraño elemento; una osamenta que constituye a la vez una estructura burbujeante. Cada uno de estos restos da pie a una expectativa que activa una serie de cuestionamientos: ¿Qué sucedió aquí? ¿Cómo un objeto se traslada hasta este lugar? ¿Cómo es que tiene tal aspecto? ¿De qué manera pertenezco a este sitio? ¿Cómo subsiste tanto un fin como el renacer? ¿Qué universo constituye esta vivencia? ¿Cómo se transforma y asimila la cotidianidad tras esta andanza?