N.A.S.A.L.
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Ray Medina

(...) del cuerpo que se escapa

Colmada de pliegues.
Colmada de noche.
Colmada de los pliegues indefinidos, de los pliegues de mi vigía.
Colmada de lluvia.
Colmada de fracturas, de restos, de montones de restos.
(...)
Colmada de asfixia.
Tromba lenta.

Henri Michaux, La vida en los pliegues

Lo que observamos en estas imágenes son las marcas generadas desde la máquina abstracta (no reduce a esencia lo existente, sino que lo potencia) alimentada esta por el intercambio constante entre los flujos de genes y los flujos de biomasa. Estas marcas se reducen a un borroso límite que suele moverse desde los pliegues hasta las catástrofes, abriendo campos definidos desde su desaparición en movimiento.

Otro nombre que se le puede dar a estos comportamientos biológicos y lingüísticos es el de multiplex: zonas rojas, amarillas y verdes conquistadas inmediatamente por los orificios negros que sostienen los recorridos.

En el pasaje número IV del libro noveno se puede leer: “Cicatrices erigidas como estructura de una esfera amorfa que, sin embargo, oculta cada una de las brisas que sostienen el firmamento. Aquí se puede vislumbrar las bolas de fuego desmembradas y recompuestas en los poros de un cuerpo que se asemeja a un jeroglífico o a un sueño.” Montaje intenso que abre la materia a su corazón monstruoso. Ese corazón, masa sangrante y extrema, es un ojo que nos posiciona en la doble dimensión del que mira y del que es arrastrado por la mirada del otro.

Finalmente, estos organismos diversos fundan nuevos espacios de búsqueda más complejos que revelan múltiples montañas, las cuales tienen la capacidad de cambiar a través de un desplazamiento de su posición fija hacia los paisajes de la apertura de los embonajes.

"(...) losecosistemasrealesnosonreunionesfortuitasdeespecies,sinoembonajesautoorganizados en los cuales las especies están interconectadas por sus complementariedades funcionales: depredador y presa, huésped y parásito (...) la heterogeneidad dota a estos embonajes no tanto de equilibrio (...) como de flexibilidad (la capacidad de absorber mayores fluctuaciones, tanto internas como externas, utilizando estados estables alternativos)". Manuel De Landa

Jorge Aycart Larrea

Texto Falso

Todo nace de un espacio de búsqueda que se activa, sin vacilaciones, a través de un intenso recorrido de energías diversas, ante la pregunta sobre qué es aquella masa que, sin embargo, empieza a adquirir ciertas condiciones de reconocimiento, y a la que le terminamos por dar el nombre de cuerpo. El afán de la pintura que hoy tiene algo que decir se concentra en servirse de ciertas referencias narrativas, no para someterse a ellas sino para provocar una interrogación a partir de la forma pictórica que, al descubrir la propia tensión de la materia, le permita trascender y complementar, todo al mismo tiempo, el esquema de la imaginación expresado en dimensiones múltiples que no pueden reducirse en signos claros y precisos.

El punto de partida del trabajo de Ray Medina es la preocupación por los eventos anómalos que escapan de nuestra comprensión y que fueron analizados por el investigador estadounidense Charles Fort, quien en El libro de los condenados se propuso catalogar y describir situaciones extrañas que la ciencia rechazaba y que sugerían la existencia de espacios paralelos que se comunicaban, de forma descuidada y accidental, con nuestra realidad, ampliando de ese modo los límites físicos y espirituales de lo cotidiano. La obra que hoy se presenta no pretende someter la pintura y su diálogo activo con el espacio a materializar en formas reconocibles los enigmas presentados por Fort, sino más bien entablar un intercambio entre los hechos que evocan la escritura fantástica que se presenta como científica y el modo en que la pintura construye otro tipo de experiencias a partir de la acumulación de dispersas Figuras que, en lugar de narrar, intentan provocar el gesto expresivo del enigma de la forma, definida esta, en este contexto, a partir del juego de transformaciones de lo complejo a lo simple, de lo amplio a lo contenido, de la intensidad del color a la reducción del mismo; en síntesis, de la dinámica de exponer un proceso que deja en evidencia la simultaneidad de los distintos elementos que le permiten al espectador confrontarse con un campo visual liberado a las fluctuaciones de las fuerzas y las tensiones de aquella masa inicial que inauguraba el recorrido plástico.

Continuando la estrategia de Fort, evitando una vez más el simple acompañamiento, la obra de Medina quiere señalar la aparición de algo extraordinario, pero bajo el marco de un signo huidizo, el cual ha sido elaborado a partir de rastros en comunión con los elementos, exponiendo de esta manera la dialéctica no resuelta de lo concreto y lo disperso, anhelando encontrar una materia salvaje que haga del espacio un entorno en expansión que no pueda ser colonizado por rápidos movimientos de la mente instrumental. Entre la presencia irreconocible y la revelación de una irradiación, repartiendo esta relación sus variaciones en distintas esferas, la pintura y su condición expandida pretende liberar a esos otros espacios de la imaginación sin que con ello se pierda el movimiento por el cual los cuerpos no dejan de derramarse y extraviarse en un continuo necesario. Es la fuerza que deforma para descubrir, en su propio lenguaje, las cualidades de una visualidad que captura, en el momento de la escapatoria, el instante en el que el gesto de un espacio dividido se anuncia como hundimiento y como gran orificio que absorbe todo para reiniciar el ciclo brutal de las cosas visibles e invisibles.

"¿Qué es este nuevo elemento? La catástrofe está en el corazón del acto de pintar. Como se dice, las formas se desvanecen. Lo que es pintado y el acto de pintar tienden a identificarse. ¿Bajo qué forma? Bajo la forma de chorro de vapor, de bolas de fuego, en las que ninguna forma conserva ya su integridad." Gilles Deleuze.

Jorge Aycart Larrea