Desenredar la propuesta de Omar Bereche (1996), nos coloca en esa idea de la obra de arte como forma reticente y evasiva que, para un espectador que se acostumbra a la pregunta por el significado, puede constituir un desafío ¿Hay algo aquí que comprender? Podríamos inquirir si recorremos las pistas que el paneo del conjunto nos proporciona: títulos enigmáticos, espacios indescifrables, objetos excéntricos, grafías ilegibles… Hay todo un arsenal de elementos que parecieran existir a su aire y con una convención propia.
Este joven artista desde su producción temprana, se ha interesado por crear efectos en las obras que no pasan por la identificación de lo que en ellas aparece. Le ha interesado sacar determinados objetos de su cotidianidad para resituarlos e intensificar su presencia desambientada. Procede a fragmentarlos, a mezclar partes de modo arbitrario o a pervertir sus formas. Estos objetos, transfigurados, no sólo han ocupado el espacio pictórico como alusión muy lejana a algo familiar, sino que aparecen también como curiosos ensamblajes tridimensionales en los que el material y la factura conversan ambiguamente con la pintura.
Bereche exploraba entonces, nociones como objeto subjetivado u objeto afectivo aludiendo a determinado vínculo personal con dicho estímulo. Pero su interés radicaba en insertar la nueva forma de esos objetos en otro tipo de relato; una ficción evocadora, pero imprecisa. Apostando a la potencia de la imagen y a la densidad que esta pudiera adquirir existiendo entre lo pictórico y lo objetual, se inclina por desautomatizar la experiencia visual del espectador retándolo a asociar y a conectar con su propia vivencia. “Pretendo generar un momento de desconcierto sobre aquello que se ve’ indica el artista. A partir de esta intención ha escrutado una serie de artificios que distancian la imagen de cualquier referente dotándola de autonomía e intensificando el efecto de presencia, de modo que quien la observa articule posibles sentidos siempre en fuga.
Su poética se ha reforzado a partir de muchos cuestionamientos sobre el funcionamiento de los signos, la producción de significantes y sus relaciones con la realidad. Conciente de la arbitrariedad de cualquier sistema semiótico se empeña en interceptar la inmediatez del mensaje usando recursos que a la vez develan y escamotean el significado.
El modo en que trabaja le ayuda a mezclar intuitivamente, elementos diversos y este impulso se aprecia, sobre todo, en las obras presentes en esta muestra.
La Filosofía es uno de los campos que ha rastreado para aspirar ideas que codifica en la pintura, pero también la Biología, el sicoanálisis y la música ensanchan su horizonte activando imágenes donde recrea atmósferas teatrales difíciles de concertar en un relato plausible.
Un referente que le anima a afirmarse en el artificio como medio para producir experiencias perceptivas inusuales y profundas, es el formalista ruso Vladimir Schklovsky. De sus estudios sobre el lenguaje poético abraza el concepto de extrañamiento, convirtiéndolo en un motor para sus fabulaciones Siguiendo el credo formalista Bereche complejiza la forma, la priva de cualquier relación directa con un afuera que la naturaliza y la lleva a un escaño casi ceremonial donde cualquier literalidad se desvanece
Sus preocupaciones actuales respaldan su inclinación por un hermetismo cifrado en códigos velados . El interés en explorar la mente humana y las consideraciones acerca del origen y desarrollo de la inteligencia, lo llevaron a Carl Sagan, el astrofísico que en 1978, ganó el Premio Pulitzer con su famoso libro “Los dragones del Edén”. Algunas de las especulaciones que encierra este tratado alumbran el conjunto de obras. Del impacto de esas lecturas cruzadas con informaciones e indicios de procedencia diversa, emergen estas piezas en un acto de trasladar al dibujo y la pintura, lo que aflora en el propio hacer.
A pesar de que en muchos de los ambientes que crea se respira un extraño orden, el artista procede estimulado por la arbitrariedad, apuntando a lo que se resiste a la explicación, a lo prediscursivo que nos reenvía a entornos primigenios donde los instrumentos de la racionalidad que jerarquizan,diferencian y depuran, parecen quedar al margen.
Su expresión se fortalece creando sugestivas arquitecturas mentales en las que habitan textos, imágenes referenciales, grafías inconscientes, comentarios esporádicos, carteles y símbolos que se mezclan y reconfiguran en el tejido pictórico. Bereche ha llamado Teoría Híbrida a su método, término que nos remite al emblemático album de Linkin Park, encontrando parangón con las excéntricas mezclas de aquella banda. Pero catando estas piezas en su constante declinar significaciones, su marca es un ser “nada específico”que nos atrapa en la experiencia perceptiva despertándonos.
Lupe Alvarez
Curadora
Miraflores sep 2021-09-30 año pandémico
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